REDACCIÓN CIENTÍFICA
la redacción científica
En cualquier investigación, el investigador debe ir sintetizando sus análisis para ir conformando el cuerpo de su informe de investigación. La característica fundamental de la redacción científica es la claridad. El éxito de cualquier trabajo de investigación científica es el resultado de un claro diseño metodológico, que aborda un problema claramente formulado y llega a unas conclusiones claramente enunciadas. La redacción científica es la transmisión de ideas que deben ser tan claras, sencillas y ordenadas como sea posible. La redacción científica no tiene necesidad de adornos.
Sencillamente, la ciencia es demasiado importante para ser comunicada de otra forma que no sea con palabras de significado indudable. Y ese significado indudable y claro debe serlo no sólo para las personas entendidas en el tema en cuestión, sino también para cualquiera que se interese por su lectura.
Las cualidades fundamentales que un texto científico debe exhibir son: la cohesión, la coherencia y la intencionalidad. La cohesión se entiende por el modo en que lo elementos del texto están relacionados entre sí y permiten analizar de forma rápida el texto en cuestión, identificándose con precisión la introducción, el desarrollo y las conclusiones, aunque no estén demarcados en la estructura del texto.
La coherencia se manifiesta mediante la continuidad de sentido, es la estructura lógica y psicológica de las ideas expresadas.
La intencionalidad queda delimitada en un texto por la posibilidad de percibir el objetivo que se persigue a lo largo de todo su contenido. Un trabajo científico debe ser sumamente organizado, con unas partes componentes destacadas y claramente distinguibles.
A continuación se incluyen algunas recomendaciones que son válidas para la redacción de cualquier tipo de trabajo científico, aunque en cada caso, los investigadores deben tener en cuenta los requisitos que se exigen en la presentación de los mismos por las editoriales y los consejos de redacción; las comisiones organizadoras de eventos, etc. La claridad de la redacción debe comenzar por el propio título del trabajo. El título es la primera impresión que se recibe acerca del trabajo, por lo tanto, debe ser bien estudiado y dar, en la medida en que lo permitan sus límites, una indicación clara y concisa acerca del contenido del trabajo.
Es decir, los términos del título deben limitarse a aquellas palabras que subrayen el contenido significativo del trabajo de forma que este resulte a la vez comprensible y localizable. El resumen es una parte importante de cualquier trabajo, ya que puede considerarse como una versión en miniatura del mismo, debe ofrecer un sumario breve de cada una de sus partes principales. Un resumen bien preparado permite a los lectores identificar rápida y exactamente el contenido de un documento, determinar la pertinencia de su lectura. El resumen no debe exceder de 250 palabras y debe ser de un solo párrafo.
El resumen deberá indicar: los objetivos principales y el alcance de la investigación, referir de forma general los métodos empleados, resumir los resultados y enunciar las conclusiones principales. Debe escribirse en pretérito, porque se refiere a un trabajo ya realizado.
La primera sección del texto propiamente dicho debe ser, naturalmente, la introducción. La finalidad de esta es suministrar suficientes antecedentes para que el lector pueda comprender la importancia de la investigación y la significación de resolver el problema que la justifica. Se deben dar los argumentos que convencen acerca de la existencia de dicho problema y su carácter de problema científico, tener en cuenta que si no se expone el problema de una forma razonable y comprensible, los lectores no se interesarán por la solución. Se recomienda escribirla en tiempo presente porque se refiere al momento de iniciar el trabajo. A continuación de la explicación del problema y su fundamentación, se debe mostrar el diseño metodológico de la investigación, es decir, se deben exponer las categorías de la metodología de investigación científica que permiten comprender los propósitos, alcances y resultados alcanzados en el trabajo, así como los métodos que permitieron al investigador ir dando cumplimiento a las tareas desarrolladas.
Una vez redactada la introducción, se debe pasar al desarrollo. En este caso hay que tener en cuenta que es la parte esencial del trabajo. Es importante su estructuración por capítulos, epígrafes, subepígrafes, etc., en dependencia de la extensión del mismo. Generalmente estas secciones del trabajo se van redactando en la misma secuencia de las tareas de investigación, es decir, primero toda la información que corresponde a la etapa factoperceptible, que debe ser sintetizada en consideraciones significativas que se constituyen en las premisas de la etapa de abstracción. A continuación se debe explicar esta etapa de abstracción, brindando la información que permite al lector comprender el proceso investigativo, los métodos utilizados y los resultados alcanzados así como la forma en que se han aplicado o validado.
“No sea verboso al citar figuras y cuadros. No diga: «El cuadro 1 muestra con claridad que la nocilina inhibió el crecimiento de neisseria gonorrhoeae». Diga: «La nocilina inhibió el crecimiento de neisseria gonorrhoeae» (cuadro 1).”
Finalmente deben brindarse las conclusiones que demuestran la validez de los resultados. La precisión con que se dan las conclusiones, haciendo referencia a los aspectos más novedosos que brinda el trabajo y a la validez, impacto y pertinencia de sus resultados es un aspecto vital en cualquier trabajo científico. Los resultados tienen que expresarse clara y sencillamente, porque representan los nuevos conocimientos que se están aportando. Las conclusiones deben mostrar cómo concuerdan (o no) sus resultados e interpretaciones con los trabajos anteriormente publicados, las consecuencias del trabajo y sus posibles aplicaciones prácticas.
Consideremos estas ideas: (…) "No dé nada por sentado. (…) En definitiva, la buena escritura, como la buena música, tiene su culminación apropiada”. (…) Muchos trabajos científicos terminan «no con una explosión sino con un gemido»”.
La calidad de un texto científico también se reconoce por la presencia del lenguaje argumentativo. En tal sentido, es importante distinguir el lenguaje argumentativo del explicativo y el descriptivo. La clasificación establece que:.“La descripción es la forma acumulativa de representación de lo individual concreto, rara vez constituye por sí sola un texto completo, sino que forma segmentos que gozan de cierta autonomía dentro de textos más amplios (...)
La exposición es el equivalente abstracto de la descripción. Su contenido son ideas, pensamientos, opiniones, en suma abstracciones (...) Es la presentación discursiva de pensamientos que concurren en torno a un mismo objeto o que proceden de un mismo sujeto en una circunstancia dada, pero entre los que no se establecen concatenaciones lógico temporales, sino que siguen el mismo principio acumulativo de la descripción (...)
La argumentación es el proceso que relaciona la información de determinadas proposiciones, las premisas, para obtener una nueva información; la conclusión o tesis. Puesto que la tesis constituye información nueva, no puede ser nunca una verdad evidente ni fácilmente integrable en el cuerpo de conocimientos y convicciones del receptor potencial; de ahí el papel de las premisas, que constituyen el proceso de argumentación previamente dicho, orientado a vencer las posibles resistencias del receptor para la asimilación cognitiva o pragmática de la tesis” Es evidente que los trabajos científicos deben ser escritos haciendo uso, fundamentalmente, de la argumentación, ya que la descripción y la exposición reclaman permanentemente una interpretación, una justificación que las estructure, no ofrecen fundamento suficiente a su contenido. De ahí la importancia de que el investigador domine el lenguaje argumentativo o interpretativo, como también se le conoce.
Es sumamente importante que se trabaje sobre la base de llegar a “verdades científicas”, aunque es conveniente tener en cuenta que “(…) Al mostrar las relaciones entre los hechos observados, no es necesario llegar a conclusiones cósmicas. Es raro que una sola persona sea capaz de iluminar toda la verdad; frecuentemente, lo más que uno podrá hacer será arrojar un poco de luz sobre una parcela de la verdad.”
Otro factor que garantiza la calidad de un texto científico es el que tiene que ver con el asentamiento de las fuentes de información. Este elemento está muy vinculado al rigor con que se muestran los resultados del proceso de investigación en cualquiera de sus etapas. El asentamiento bibliográfico confiere al texto actualidad y credibilidad, en tanto aporta criterios acerca de la validez y pertinencia de la bibliografía consultada y la manera en que el investigador aprovechó la misma.
Existen variadas formas de asentar la bibliografía consultada en un texto científico. Las más utilizadas actualmente son las de apellido y año y la de ordenación numérica. El sistema apellido y año (también conocido como “sistema Harvard”) inserta en el texto un paréntesis con el apellido del autor de referencia y separado por una coma, el año de la publicación.
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